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Charles tiene algo por los libros antiguos, por las primeras ediciones encuadernadas en cuero, los libros de bolsillo amarillentos y casi desmoronándose en las costuras. Erik no entiende por qué Charles no puede ir a una librería ordinaria y comprar una nueva copia de los libros que está buscando, pero Charles insiste en que estos libros tienen más personalidad, por lo que arrastra a Erik a lo largo de esta pequeña y pintoresca Librería que huele a polvo y papel viejo, pilas y pilas de libros hasta donde pueda ver el ojo.

"Confía en mí," insiste Charles, con los ojos brillantes y la sonrisa ansiosa. "Te encantará."

Y Erik no puede decirle que no, no cuando Charles se ve tan feliz como un niño en un parque de diversiones, emocionado y lleno de alegría y tan jodidamente adorable que Erik apenas puede soportarlo. Así que pasan la tarde leyendo libros que probablemente son más viejos que la mayoría de los adolescentes que entran y salen de la tienda, todos vestidos con diferentes cardigans y gruesas gafas enmarcadas.

"Hipsters," Murmura Charles . "Ni siquiera aprecian la literatura de calidad. Sólo tratan de ser irónicos o algo así."

Charles se ríe y se aleja, desapareciendo por las estanterías, y Erik no puede evitar sonreír ante su forma de retirarse. Erik termina vagando sin rumbo por la tienda, respirando el olor a humedad que sólo puede provenir de una habitación llena de libros, y se siente extrañamente tranquilo, completamente a gusto, aunque nunca haya sido terriblemente aficionado al silencio pedregoso de las bibliotecas. Todo se siente callado, silencioso mientras Erik navega a través de los diversos libros que tiene frente a él sin ningún objetivo real, y no es hasta que Charles vuelve a encontrarse con él, con unos cuantos libros empuñados en sus brazos, incluyendo un volumen increíblemente grueso que dice ser un atlas mundial el cual Erik no puede entender por qué Charles querría, que Erik se da cuenta de que ha estado leyendo el mismo libro durante la ultima hora.

Charles rie suavemente, deslizando su mano en la libre de Erik. "Podemos llevarlo también, si quieres," dice Charles en voz baja, presionando sus labios contra el hombro de Erik, con sus enormes ojos azules sobre él.

Y Erik nunca ha sido de los que leen mucho, ya que nunca ha tenido el tiempo de sobra para tales actividades de ocio, pero está de acuerdo, y luego tiene que convencer a Charles de que él puede pagar por su propio libro, muchas gracias, no le importa que Charles tenga un fondo de fideicomiso virtualmente inagotable, pero Charles se está riendo y diciendo que no, no, por supuesto que lo hará, ya que Erik no había querido venir a la librería en el primer lugar.

"Pero--"

Y luego Charles besa a Erik, lento y dulce, cortando efectivamente cualquier tren de pensamiento que pudiera haber estado en la mente de Erik. Charles siempre lo besa como si él fuera algo infinitamente precioso, como si no tuviera nada más que hacer en el mundo, y Erik lo siente en todo su cuerpo.

"Realmente me gusta mimarte de vez en cuando, lo sabes," dice Charles, con sus labios rozando los de Erik mientras habla. Y es sólo porque el cerebro de Erik se ha reducido a la clase de sentimientos cálidos y confusos típicamente asociados con gatitos pequeños o fiestas de cumpleaños sorpresa o esas comedias románticas estúpidas y cursi que Erik nunca, nunca admitirá mirar incluso en su lecho de muerte, de la cual no puede tener suficiente, deja que Charles haga lo que quiera.

"¿Quieres café?" pregunta Charles mientras salen de la pequeña tienda, con sus libros envueltos en un periódico en la mano de Erik.

("Simplemente me trajiste para que cargara las cosas por ti," había dicho Erik cuando Charles le había mirado fijamente después de que sus libros estuvieran envueltos.

"Oh, no seas tonto," sonríe Charles, poniendo su mano en la de Erik. "Te traje para tener algo lindo a lo que mirar."

Erik le había dado un suave empujón a Charles con el hombro y lo miró, quizá era una mirada muy llena de amor, porque Charles se había reído, ojos azules brillando, y Erik no pudo encontrar la fuerza en sí mismo para seguir con el argumento.)

"Creo que quiero café," dijo Charles. Mira a Erik. "Vamos a tomar café."

"No necesitas café," dice Erik, más juguetón que nada. "Ya tienes demasiada energía."

Charles se ríe de nuevo, y Erik piensa, por un momento, que haría cualquier cosa para oír ese sonido. Ellos terminan tomando café a pesar de las protestas de Erik, aunque sólo sea porque Erik quiere ver esa mirada feliz en la cara de Charles de nuevo.

500 Days of Charles  //  CherikWhere stories live. Discover now