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Erik no duerme bien esa noche, en parte porque no ha dormido bien desde que Charles rompió con él, y en parte porque, alrededor de la una de la mañana, Erik recibe una llamada telefónica. La pantalla del teléfono celular parpadea el nombre de Charles. Erik vacila un momento, deseando ignorar a Charles sólo por despecho, antes de abrir su teléfono. Lleva el teléfono a su oreja, lo coloca entre la oreja y la almohada, y no dice nada. Hay un silencio en el otro extremo y luego:

"¿Erik? ¿Estás ahí?"

La voz de Charles suena pesada y ronca. Sus palabras se entrelazan, y Erik se pregunta si Charles ha estado bebiendo. Puede oír lo que suena como sollozos ahogados, cortados antes de que puedan escapar.

"Erik, dios, joder, yo-- lo siento mucho. Sé que probablemente me odias ahora-- tienes que odiarme. Yo lo hago. Me odio. Pero no-- no puedo-- tienes que saber, Erik; no soy bueno en esto. Nunca he sido bueno en esto. Y. Te-- te extraño, Erik, muchísimo. Lo siento mucho."

Charles se disuelve completamente en sollozos, cualesquiera que sean las palabras que está tratando de decir salen en forma de incomprensibles gemidos. Erik siente que se rompe un poco mientras escucha a Charles llorar, deseando estar allí para acurrucarse alrededor de él y correr sus dedos por el pelo suave y sedoso de Charles y decirle que todo estará bien. Pero no, todo lo que Erik puede hacer es estar allí, demasiado lejos como para consolarlo, mientras Charles llora suavemente, y escucharlo hasta que es demasiado para soportar y tiene que colgar, temiendo que si escucha más, se romperá de una forma profunda y no será capaz de volver a ser el mismo.

Ya no busca a Charles después de eso, porque si Charles tiene que estar tan borracho como para ya no ser coherente sólo para poder admitir que sí, que a él tal vez le guste demasiado Erik, entonces no vale la pena. Ni siquiera un poco. De ningún modo.

500 Days of Charles  //  CherikWhere stories live. Discover now